Por. Metrópoli Online
La forma en que nos comunicamos con los niños es crucial para su desarrollo y comportamiento. Recurrir a la negación, con frases como "no corras", "no te subas ahí" o "no lo hagas", aunque bien intencionadas, suelen ser confusas para los pequeños.
La neuropsicóloga infantil Diana Lucía Valencia, consultada para este artículo, explica que el cerebro infantil procesa la información de manera literal, por lo que una orden en negativo requiere un esfuerzo extra para ser comprendida. En lugar de procesar "no corras", el niño se queda con "correr", generando confusión y, a veces, el efecto contrario al deseado. El desafío, entonces, es aprender a reestructurar nuestras frases para que sean claras y constructivas.
"Siempre es pensarnos qué queremos hacer, qué sí queremos que hagan. Cuando no somos claros en nuestra comunicación, no no van a hacer lo que nosotros esperamos que ellos desarrollen. Los niños piensan en imágenes y para el 'NO', no hay una imagen mental, tenemos la imagen del prohibido pero no el de negación, de ahí la confusión", explica la psicóloga Luisa Fernanda Nivia, del programa 'Padres y Madres en sintonía', de la Alcaldía Local de Suba.
Expertos en psicología infantil, como la terapeuta Jane Nelsen, autora de "Disciplina Positiva", sugieren una técnica simple pero poderosa: la reformulación. Se trata de convertir lo que queremos evitar en una acción positiva y deseable. Por ejemplo, en lugar de decir "no corras", podemos decir "caminemos despacio" o "usa tus pies para caminar"; en lugar de "no grites", podemos sugerir "habla con voz suave". Este tipo de lenguaje enfocado en la acción esperada, no solo es más fácil de entender para el niño, sino que también fomenta un ambiente de cooperación y respeto mutuo.
La aplicación de esta técnica no solo mejora la comunicación, sino que también construye una base sólida para la autorregulación en los niños. Al darles instrucciones claras y positivas, les proporcionamos las herramientas para entender qué se espera de ellos y para tomar decisiones correctas por sí mismos. Esta práctica, respaldada por la ciencia y la experiencia de profesionales en desarrollo infantil, es una inversión en la crianza de niños más seguros, conscientes y cooperativos.