123: —¿Cuál es su emergencia?: la Ley 2450 de 2025

123: —¿Cuál es su emergencia?: la Ley 2450 de 2025

Es viernes, contaminación auditiva; lunes festivo, contaminación auditiva, lunes no festivo, contaminación auditiva; Colombia ganó un partido de fútbol, contaminación auditiva; Colombia perdió, contaminación auditiva; Halloween, contaminación auditiva; día de velitas, contaminación auditiva, y "ya viene el 20 de enero, la fiesta de Sincelejo...", pero estamos en Bogotá ¡No importa! contaminación auditiva.

Vallenatos y música popular provenientes al mismo tiempo de cantinas, restaurantes, panaderías, verdulerías, talleres mecánicos y hasta puestos ambulantes —muchos dotados con enormes parlantes que dan a la vía pública—, son las fuentes que contribuyen al deterioro de la calidad de vida de muchos barrios de la ciudad. ¡Y claro! no faltan las motos a las que les quitan los silenciadores de los exhostos o los carros que abren todas las ventanas para que salga una música ensordecedora, y para que toda la comunidad note su paso por las calles. El ruido sobrepasa con creces los límites, pareciera que los vidrios de las ventanas desaparecieran, las casas vibran, las alarmas de los carros se disparan, y hasta los perros ladran... formando una especie de locura colectiva.

Dentro de las casas, los niños no pueden estudiar en paz, ya no se puede leer y tampoco no se puede hablar, y la comunicación se logra a “grito herido”; el volumen de los televisores se triplica para poder escuchar, los ánimos se alteran y ya cuando se está al tope, se siguen las instrucciones de dar aviso a la autoridad competente, esto es, a policía y a las Alcaldías locales (bogota.gov.co); y solo queda llamar al 123: —¿Cuál es su emergencia?

Pero a pesar de que ya está legislado, las llamadas no surten el efecto deseado: lograr el respeto permanente por un espacio auditivo saludable y armonioso; estos comerciantes solo cambian sus molestos y estridentes comportamientos durante una hora o con suerte por un día, y luego vuelve el ruido insoportable. ¿Qué hacer? Seguir las instrucciones y de dar aviso a la autoridad competente, y como si se tratara de institucionalizar una práctica infructuosa, llamar al 123: —¿Cuál es su emergencia?

No se trata de un problema social menor, ni tampoco reciente. Los que acuden a estos focos de contaminación auditiva, en especial, a aquellos que ofrecen servicios en horas de la noche, estacionan buses de turismo, camionetas, carros y motos frente a los garajes de los residentes impidiendo el libre acceso a sus hogares, invaden las vías y el espacio público, imposibilitan la circulación, contribuyen al desorden, fomentan la mala calidad de vida, y como consecuencia de ese comportamiento, se acrecienta la apatía por esas comunidades que generan entornos nocivos, ya que suscitan disgusto entre los habitantes, inseguridad, presencias indeseadas, peleas y gritos a lo largo del día, de la noche y hasta la madrugada.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) preparó Las Guías para el ruido urbano (Community Noise, 1995), —también denominado ruido ambiental, ruido residencial o ruido doméstico—, como una forma de tomar acción y generar directrices que incidan en la legislación, la gestión y la orientación en el nivel nacional y regional. En Colombia, la Ley 2450 de 2025, definió la contaminación acústica como una “alteración del ambiente con ruidos o vibraciones nocivas, molestas o no deseadas, que impactan en la salud, la calidad de vida y que implican un riesgo para la salud pública o degradan la calidad del ambiente en sus diferentes medios.” Y señaló además, que la salud puede verse afectada con: “daño cardiovascular; problemas auditivos unilaterales o bilaterales como pérdida auditiva permanente; pérdida auditiva temporal, fatiga auditiva, tinnitus, entre otros; asimismo, puede generar daños en la salud psicosocial como estrés, malestar e irritabilidad; problemas en el aprendizaje, disminución de la capacidad de atención, concentración, memoria, y problemas comunicativos para diferenciar sonidos, palabras, oraciones, comprender mensajes, entre otros” (https://www.alcaldiabogota.gov.co).

Es pertinente recordar que el trámite de licencias para el funcionamiento de ese tipo de establecimientos indica que deben estar insonorizados, pero no lo están... no se desactivan ni se confiscan los equipos de sonido, no se multa a los propietarios y mucho menos se clausuran esos locales, entonces ¿Para qué sirve Ley 2450 de 2025?

Si la conciencia sobre el concepto de respeto y convivencia en estas comunidades es nula, y las leyes terrenales no están funcionando, porque infortunadamente no se aplican medidas resolutivas; solo nos queda implorar la ayuda divina, y clamar por una multiplicación de los peces, del vino, de la yuca y de la hallaca —eso sí, en sus lugares de origen—; porque con fe y todo, lo único que vemos hasta ahora es la multiplicación de los focos de contaminación auditiva, y el descontento y la frustración de la comunidad que continua sin ser atendida. Numerosas leyes, incontables buenas intenciones que no se reflejan en el bienestar de los ciudadanos, ni en el adecuado desarrollo de la ciudad ¿Por qué? Muchos nos preguntamos lo mismo...

Artículo colaborativo para Metrópoli Online, su autor pidió reserva del nombre.
Foto: Tomada de Vecteezy / por Danil Rudenko.
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