Por conservar procesos tradicionales , la arepa de maíz con calabaza, del Fogón de Providencia, conquistó el primer lugar del Premio Nacional de Cocinas Tradicionales, entregado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
El Fogón de Providencia es una agrupación originaria del municipio de Providencia, Nariño, quienes lograron la máxima puntuación, donde para el jurado, conformado por Luis Ernesto Martínez Velandia, Martha Cecilia Jaramillo Salazar y Anitalia Claxi Pijachi Kuyuedo, “se conservan procesos tradicionales como el uso de la ceniza, que no es habitual en la modernidad, y la preservación de la hoja de Santa María, con sus aportes de sabor y su característica de antiadherencia, lo que la cataloga como una cocina campesina con tradición indígena”.
María Isabel Goyes, cocinera tradicional que aprendió su oficio de forma empírica, hace parte de los integrantes de El Fogón de Providencia. Su profundo respeto por los ingredientes locales y las técnicas culinarias ancestrales le han permitido conservar y promover la rica herencia de las cocinas propias de su región. Su experiencia y dedicación le han permitido aportar significativamente a la preservación de las tradiciones culinarias del municipio.
“Es una propuesta que sorprendió por su profundo respeto hacia el territorio y sus productos, y que destacó por su manejo integral de los recursos, con una economía circular auténtica que honró cada etapa del proceso, desde la siembra hasta la presentación del plato”, añadió el jurado.
El segundo lugar se lo llevó Herencia Campesina de los Fogones de Tisquizoque, oriundos de Florián, Santander, quienes presentaron un
piquete florianense, una receta con variados ingredientes que incluyen distintas proteínas, tubérculos y vegetales, que se conjugan al final en la hoja de bijao, tradicional en la envoltura de alimentos como los tamales, quesos y bocadillos.
De este grupo hace parte María Aydé Rojas Hernández, portadora de la tradición de la cocina de su municipio, quien se ha dedicado a ella desde que tenía 12 años, especializándose en la preparación de puntales y piquetes.
“Existe una narrativa importante que prioriza el trabajo asociativo y comunitario con la custodia de las semillas para la efectividad del pan
coger. De esta manera, es evidente la soberanía, seguridad y regeneración alimentaria. También es efectiva la labor de transmisión generacional de los conocimientos para la sostenibilidad del territorio”, expresó el jurado sobre esta preparación.
Finalmente, Los Traga Jutes, provenientes de Aquitania, Boyacá, obtuvieron el tercer lugar con una arepa hecha a base de jute de papa, una preparación típica del oriente del departamento que encierra una gran tradición que se remonta a la época de los chibchas y requiere de 2 a 4 meses para su elaboración.
“Se evidencia una cocina propia que fortalece los legados patrimoniales. Además, se demuestra que puede existir una integración entre la cocina tradicional y la academia, lo que puede perpetuar estas costumbres, visibilizarlas y así viabilizar la sostenibilidad de la comunidad”, escribió el jurado sobre esta preparación y este equipo, liderado por el chef Cristian Orlando González Cepeda, un apasionado de la cocina tradicional y rural.
De entre 25 postulaciones habilitadas, se seleccionaron a estos tres finalistas, quienes presentaron sus recetas ante los jurados el pasado 17
de octubre de 2024 en la Escuela Taller de Bogotá. Tras la evaluación, se definió la posición de cada uno de los ganadores.
Sobre el Premio Nacional de Cocinas Tradicionales
Los Premios Nacionales de Cultura, que hacen parte del Portafolio del Programa Nacional de Estímulos 2024, son la máxima distinción del Ministerio de las Culturas para exaltar la obra, labor, trayectoria, dedicación, procesos y aportes realizados por artistas, creadores, investigadores y gestores cuyo trabajo en el campo cultural contribuye de manera sobresaliente a la memoria y a la vida cultural de Colombia.
El Premio Nacional a las Cocinas Tradicionales, que se otorga desde 2007, está enfocado en la recuperación, recreación y divulgación de la riqueza culinaria del país mediante la documentación e investigación de las cocinas y sus saberes asociados. Esto, teniendo en cuenta que los conocimientos y tradiciones populares asociados a la producción, preparación y consumo cotidiano de alimentos constituyen uno de los pilares del patrimonio cultural inmaterial (PCI) de la nación. Y también que en muchos lugares las cocinas tradicionales fortalecen procesos colectivos de memoria, paz y reconciliación. Asimismo, contribuyen al bienestar cultural de las familias, las comunidades y el territorio.
Por esa razón, este premio convoca a cocineras(os) portadoras(es) de la tradición culinaria de las distintas regiones del país para que participen con una preparación de las cocinas tradicionales de su territorio, elaborada con productos representativos tanto de la identidad como de la biodiversidad de su región.